Ciudad de México, 24 octubre (SinEmbargo).- “Yo era una mujer feliz hasta que me llegó el zarpazo de la represión y me quitaron un hijo”: la voz de Rosario Ibarra de Piedra en el documental de Shula Erenberg, Rosario, es la voz de una víctima de la Guerra Sucia en México, acontecida entre las décadas de los ’70 y ’80.
La película que a principios de octubre la Sexta Edición del Festival de Derechos Humanos de México, “es el retrato de vida íntimo de una mujer que sufrió la desaparición de su hijo en 1975. Desde ese momento su vida cambió, se transformó en una incansable luchadora”, según reza la sinopsis.
En 70 minutos conmovedores, Rosario indaga en la memoria de una de las luchadoras sociales más emblemáticas de nuestro país y cuya lucha en busca de los desaparecidos, desafortunadamente ha debido reforzarse merced a la reciente Guerra del Narco que dejó más de 5 mil personas con destino desconocido en nuestro territorio.
Líder del llamado Comité Eureka, la coahuilense nacida en 1927 ha logrado recuperar a 148 desaparecidos y durante cuatro décadas ha logrado ser un símbolo en la angustiante lucha por sacar a los seres queridos de las garras del ejército, de la policía política llamada Dirección Federal de Seguridad (DFS) o del grupo paramilitar conocido como La Brigada Blanca.
Oficialmente se ha reconocido que 534 personas desaparecieron en esos años, que fue el mismo período en que el gobierno mexicano condenaba enérgicamente los abusos de los gobiernos militares, especialmente en Sudamérica.
“Los presidentes presumían de su apoyo a Chile y a los países donde sucedían cosas similares, y resulta que aquí ellos lo hacían igual y a veces hasta peor”, dijo Ibarra en entrevista otorgada a la BBC.
“Fui dieciocho veces a las Naciones Unidas y no hicieron nada”, cuenta en la película de Erenberg.
SOLIDARIA CON EL EXILIO ARGENTINO
Shula Erenberg, directora y artista plástica argentina, conoció a Rosario Ibarra de Piedra a principios de los ’80, cuando la luchadora por los derechos humanos mexicana se mostró más que solidaria con los exiliados de dicho país sudamericano.
La idea del documental surgió en 2006, cuando Erenberg vio a Rosario dar el grito de la independencia contra la toma de Felipe Calderón.
“Veo que cuando sube Rosario la gente enardece y le demuestra el cariño que le tiene y entendí entonces que era un buen momento para hacerle un documental que a la vez sirviera de homenaje”, dijo la cineasta al presentar su filme en la pasada edición del Festival de Monterrey.
“Rosario siempre tuvo como un discurso muy duro por la búsqueda de su hijo, un discurso muy armado, lo que yo quería era penetrar a su corazón, qué le pasaba, y creo que de alguna manera lo logramos. Ese es el valor del documental, poder ver otros aspectos de Rosario, no la del Rosario del discurso, sino la que piensa qué habrá pasado con su hijo, cuánto habrá sufrido, y la transformación que va teniendo a lo largo de los años”, agregó Erenberg.
María del Rosario Ibarra de la Garza nació en Saltillo.Fue la única mujer de tres hermanos, hija de un ingeniero agrónomo de origen vasco que se involucró en la revuelta de 1910, y de una ama de casa que tocaba piano, violín y mandolina.
En Monterrey estudió en escuela de monjas. Quiso ser abogada, pero al enamorarse del médico Jesús Piedra, 15 años mayor, se volcó a la formación de una familia. Tuvo cuatro hijos: María del Rosario, Jesús, Claudia y Carlos.
Su trayectoria política inició con la desaparición de su hijo Jesús Piedra Ibarra el 18 de abril de 1975, cuyo último rastro se tuvo en 1984, pese a lo cual Rosario no pierde la esperanza de volver a verlo.